Es casi un hecho que cada uno de nosotros tenemos un riesgo relativo (debido a factores ambientales, entre otros) como absoluto (debido a cuestiones congénitas) para desarrollar cáncer. El cáncer puede empezar casi en cualquier lugar de nuestro cuerpo, solo basta que una célula falle.
El cuerpo humano está formado por trillones de células, en donde normalmente crecen y se dividen para formar nuevas células mediante un proceso denominado mitosis (división celular), en donde una célula madre da cabida a dos células hijas, y de esta forma se logra mantener el número necesario de células para cumplir las funciones de nuestro organismo.
Por lo tanto, se podría decir que la célula tiene un tiempo de vida para realiza su labor y terminar en un proceso llamado apoptosis (muerte celular programada). Cuando hablamos de cáncer este padecimiento se refiere a un conjunto de enfermedades relacionadas en donde se altera la mitosis y se suprime la apoptosis, dando como resultado la duplicación celular sin control sin una muerte celular programada. Lo que provoca el esparcimiento sin dirección de células dañadas hacia todo nuestro organismo.
Líneas más arriba te comenté el término de riesgo “relativo”, que hace referencia a los malos hábitos, como puede ser el fumar, exposiciones recurrentes a rayos ultravioletas (radiación solar) y también a la inadecuada alimentación, entre otras cosas. Para respetar el título de mi artículo, limitaré la información a la relación del cáncer con la mala alimentación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), reporta que el cáncer es la segunda causa de muerte a nivel mundial. En donde la incidencia aumenta con la edad y la mala alimentación es la causa de al menos un 30% de los casos. Si te preguntabas cual es la primera causa de muerte a nivel mundial, se trata de la Hipertensión Arterial Sistémica (HTAS) la cual es un problema de peso, específicamente sobrepeso y obesidad.
Regresando al tema de cáncer, un ejemplo de riesgo relativo es el que se encuentra al consumir una elevada ingesta de carnes rojas y procesados, la ingesta de alcohol y la obesidad abdominal, lo que nos llevará a tener un mayor riesgo para desarrollar cáncer colorrectal, pero también se sabe que existe una asociación con la alta ingesta de fibra, pescados, calcio y vitamina D, para disminuir el riesgo de cáncer colorrectal. Estadísticamente el cáncer colorrectal afecta más a la población masculina. En las mujeres se ha encontrado que un mayor riesgo de cáncer de mama se relaciona con un alto consumo de grasas saturadas y con el consumo de alcohol.
Es importante que reconozcamos que el cáncer, como otras enfermedades crónicas, se puede prevenir, por ejemplo, la combinación de estilos de vida saludables (peso normal, no fumar, no consumir alcohol, dieta saludable y actividad física moderada) se asocian con un menor riesgo de padecer enfermedades crónico-degenerativas. No lo olvides, prevenir es mejor que lamentar.
Por Dr. Alberto Molás, miembro del consejo consultor de nutriólogos de Herbalife Nutrition México.